«La lectura es un vicio que se contagia» (La Voz del Interior, mayo de 2011


Susana Fiorito hace 20 años que fundó la Biblioteca Popular Bella Vista. El lugar ya es un espacio de referencia para chicos y jóvenes de ese sector de la ciudad.

Por Héctor Brondo

Acaban de salir de la escuela. Camino a casa, tres chicos de unos 10 años que lucen guardapolvos con signos de recreos polvorientos y portan mochilas gastadas, entran a la sala “Mundo Mágico” de la Biblioteca Popular de Bella Vista y le piden a Néstor Ocanto que les lea un cuento.

El maestro voluntario satisface el pedido sin demoras con un ademán de triunfo cotidiano. Después, sentados sobre el piso, los pibes estampan en papel las ideas que se disparan de la imaginación como mariposas de vapor. “En la salita podemos jugar con palabras y dibujar con lápices y crayones casas y globos en la mesa bajita”, testimonian en una producción colectiva. También comentan que en esa esquina repleta de libros y sueños, que fuera depósito de forrajes, comparten “criollos para la panza, sonrisas para alegrarse y cariño para abrazar”.

Susana Fiorito es fundadora y alma mater de esa obra, tan singular como colosal. Asegura que pocas cosas le producen más gozo que cuando un niño se abraza a sus piernas y le pide que le lea un cuento. Desde hace más de 20 años trabaja duro para darse ese gusto, que comparte con cientos de “hijos y nietos” arrogados.

–¿Qué la llevó a construir una biblioteca popular en un barrio “marginalizado” como llama a Bella Vista?

–Pedro Milesi, amigo entrañable y dirigente obrero que participó en la huelga de arrendatarios de campos en la “pampa gringa”, que se conoció como “grito de Alcorta”, me contó cómo los activistas en aquellos pueblos tenían armarios con libros, algún diccionario (muchos de ellos eran inmigrantes), cuadernos y lápices en las pequeñas piezas que alquilaban o les prestaban. Era un estímulo para aprender a leer, a escribir, a comunicarse. Para manejar el lenguaje simbólico, para nombrar al mundo. Sabían que sólo los poderosos manejaban el lenguaje simbólico que estaba en la lectura, en la escritura, en la comunicación oral entre uno y otro.

–Usted proviene de una familia de muy buena posición económica. ¿Qué la llevó a optar por los que están en la base de la escala social?

–Creo que opté por los de abajo por mi posición política. Esta sociedad está mal y son ellos los que más la sufren. Son los de abajo los que necesitan los libros porque no los tienen. Esa es la razón de ser de esta biblioteca pública que sigue la tradición de aquellos inmigrantes que llegaron llenos de sueños al país y lo sembraron de bibliotecas populares.

Una vida de militancia
Susana Fiorito nació en el barrio porteño de Barracas el 11 de marzo de 1928. Comenzó a militar en política en 1955. Trabajó en la campaña que llevó a Arturo Frondizi a la presidencia, en 1958, pero abandonó ese proyecto cuando el mandatario “traicionó sus principios” al entregar a petroleras extranjeras yacimientos petrolíferos nacionales.

En Córdoba, participó en el armado del Movimiento Nacional de Liberación (Malena) y colaboró con el Sindicato de Trabajadores de Concord (Sitrac). Con su compañero Andrés Rivera fundó la Biblioteca Popular de Bella Vista en 1990.

–¿Es esta biblioteca un espacio de contención para chicos que están expuestos a medio cada vez más hostil?

–La idea es exactamente al revés. No queremos contener a nadie. Lo que queremos es empujar, alentar al niño, al joven, al adulto para que tomen conciencia de que tienen un montón de posibilidades para hacer cosas. Que son como el germen dentro de la semilla. Si vos le das agua y la cuidás, de ella va a nacer una planta. Ahora si le ponés el taco encima y la aplastás, se va a terminar secando. Esa es la lucha acá en Bella Vista, como en otros barrios marginalizados, donde los chicos viven acorralados.

–¿Acorralados por quiénes, por qué cosas?

–Este barrio está lleno de policías que paran a los chicos, a partir de los 12 años, hasta en la cuadra de su casa. Y aunque lleven el documento encima, los levantan lo mismo por merodeo. Es un acoso permanente. Otros factores de acoso son el alcohol y las drogas de todo tipo. Ellos tienen fácil acceso al consumo y el aliento para consumir, porque éste, como cualquier otro barrio marginalizado, es objeto de un comercio muy rentable. Hay que vender esa mercadería y los marginalizados son buenos clientes.

–Da la impresión de que los chicos se han apropiado de este espacio y lo disfrutan.

–Es así. Podés ver que se juntan en la biblioteca y la pasan bien.

–Debe haber costado mucho trabajo lograrlo.

–No nos ha resultado difícil, porque el libro tiene un encanto especial para los chicos. El libro es una llamada que surte efecto en ellos. Además, la lectura es un vicio que se contagia, que da placer. Si puedo leerles a los chicos Nanas de la cebolla y contarles cómo fue la Guerra Civil Española y quién fue Miguel Hernández, me da mucho placer.

–El saber es un placer.

–El saber y el compartirlo, el poder pasárselo a otros.

En un pasillo de la biblioteca se lee la memorable alocución de Federico García LorcaMedio pan y un libro , en la que el poeta español fundamenta las razones de por qué no sólo de pan vive el hombre. En otra pared pende un ex libris grabado con tinta china que dice: “Para nosotros la poesía es alimento de primera necesidad”.

Un alimento que en esta esquina de Bella Vista se hace de manera colectiva y se comparte a diario.